Casi como una sombra en las tinieblas, entra pequeño en su habitación de ensueños, ojos oscuros e infernales lo miran y él atormentado, desgarra su inocencia; Ahora conocerá la Verdad. Se derrumbará, se inclinará ante mi y pedirá perdón perdón no sé pedir sólo soy cobarde, te escondes, te ahogarás, arderás en mis cabellos de fuego, este es el infierno, la verdad yace en mis ojos. Detrás no habrá más mundos, mas ahora que estas aquí, calla. Y entonces, parecía sucumbir en la tormenta. Sus brazos como rayos lo ataron a una oscuridad en la que no podía ver ni oir, sólo lo que el resplandor le decía morirás aquí solo en la oscuridad no se pedir soy cobarde perdón hasta que otros brazos lo amarraron, entonces él sintió, vibró el calor del sol en su pecho. Era su madre.
sábado, 23 de febrero de 2008
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